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Guillermo y Emilio entran tomados de la mano a la capilla que Guillermo ha elegido. Sorpresa y emoción se puede leer en el rostro de Emilio. Es la Pequeña Iglesia del Oeste. El lugar es precioso. Emilio llora.
--esto es un sueño --susurra emocionado.
Guillermo está nervioso pero le gusta ver a Emilio tan feliz.
--¿ya están listos? --les preguntan.
Guillermo traga saliva y piensa.
--ya no hay marcha atrás. Tu suerte está echada.
La felicidad de Emilio que no puede reprimir el llanto es su mejor recompensa. Lo acaricia con dulzura y con mucho cariño le pregunta:
--¿estás bien?
Las lágrimas casi no le permiten hablar. Hace que sí con la cabeza. Abraza a su amado con devoción:
--todo esto es tan hermoso, es mejor de lo que soñé. Gracias. No voy a olvidar esto mientras viva.
Guillermo lo acaricia con ternura. No dice nada. Sólo sonríe:
--estamos listos.
Suena música tradicional, tomados de la mano y muy sonrientes recorren el pasillo que los lleva al altar. La iglesia está vacía pero Emilio sólo tiene ojos para Guillermo y el inglés quiere hacer todo lo posible para que Emilio sea feliz. Se acercan al ministro. Mientras son fotografiados Emilio y Guillermo se convierten en marido y marido. A Emilio le tiemblan las piernas de la emoción. Siente que el corazón se le va a salir por la garganta. Guillermo está preocupado porque siente que se mete en un lío.
--ya se pueden besar
Emilio mira a Guillermo incrédulo, lo acaricia:
--mi marido… eres mi marido.
--Espero hacerte feliz--dice Guillermo con resignación.
Y se besan. En seguida le dan la licencia de matrimonio y un CD y un USB con las fotos de la ceremonia. Emilio toma la licencia y la lee una y otra vez para convencerse que efectivamente es el esposa de Guillermo. El inglés sonríe y le entrega el cd y usb de las fotos:
--supongo que lo querrás guardar tú.
Emilio lo toma llorando: Casi no se puede creer su contenido:
--deseaba tanto tener una foto contigo jamás pensé que sería de nuestra boda.
Guillermo sonríe emocionado y salen al exterior. El chofer les hable la puerta:
--Mrs Spencer.
Y Emilio vuelve a llorar:
--Mr. Spencer… suena a gloria.
Guillermo lo ayuda a entrar.
--me siento en el paraíso, no puedo creer que todo esto sea verdad --Emilio..
Aunque lo está engañando la felicidad que le está ofreciendo es real. Emilio la siente así y eso acalla la culpa de él. Pone champán en las copas:
--Emilio Spencer. Ahora te tienes que acostumbrar al cambio.
--Emilio Spencer --susurra Emilio radiante.
--¿a que nunca pensaste en casarte con un inglés?
--casarme contigo era demasiado grande ni para soñarlo.
Guillermo lo mira con cariño.
--¿qué he hecho para que te gustara tanto?
--eres un Dios, un Ángel, una criatura celestial un…
Guillermo se ríe y le dice:
--para, para. Soy un hombre normal.
Emilio lo mira enamorado.
--eres el hombre más guapo y sexy que vi en mi vida.
--definitivamente no pero gracias. Igual espero que no veas en mi sólo una cara bonito.
Emilio lo mira y lo acaricia con amor.
--ese mar en tus ojos me enamoró desde el primer día pero no sabes lo culpable que me sentía.
--¿así?
--imagina ¡¡eres el nieto de mi vecina. Me enamoré de ti que tú tenías 14 años¡ ¡¡hasta era un delito!
--exagerado --divertido y sintiéndose halagado.
--pero me sentía mal cuando mi mamá habla de ese niño y ¡y yo te deseaba tanto!
Guillermo sonríe seductor:
--hace mucho que dejé de ser un niño.
Emilio lo acaricia:
--eres mi esposo. Mi esposo, el único hombre al que amaré toda mi vida.
Guillermo besa esa mano emocionado.
--gracias, gracias por quererme tanto.
--gracias a ti por bajarme las estrellas. Por regalarme un sueño. La felicidad.
A Emilio le cuesta hablar pero lo hace. Guillermo está muy conmovido.
Y el matrimonio se une en un apasionado beso.
Contentos y abrazados llegan a su suite. Una botella del mejor champán francés los espera. Brindan por ellos con las copas entrelazadas. Guillermo es el que guarda las copas. Se quita la corbata. La chaqueta. Es muy sensual. Se va bajando los pantalones. Emilio desde la cama disfruta del striptease que le ofrece su guapísimo esposo. Luce unos Calvin Klein blancos que hacen las delicias de Emilio. Está extasiado de placer. Se estremece sólo al mirarlo. Guillermo guiña el ojo y poco a poco se baja el slip. Abre los brazos y se da la vuelta para que su ansioso esposo disfrute de esa vista que tanto le gusta. Emilio lo desea locamente pero nunca nadie lo hizo sentir tan amado y Guillermo se lo agradece. Emilio se vuelve loco ante la desnudez del guapo inglés. Verlo desnudo y con ese gran rabo entre las piernas moviéndose como una campana es algo impactante. Guillermo se tumba en la cama y se besan. Emilio es tímido. No se atreve a tocarlo. Aunque le da vergüenza mostrar su feo cuerpo, Emilio deja que su esposo lo desnude. Hay mucha luz en la habitación. Los dos se ven. Emilio se estremece al mirarlo. Al sentirlo. Vibra cuando Guillermo lo toca. Los dos desnudos en la cama. Es el guapísimo inglés el que lo hace todo. Recorre con sus manos y sus labios cada rincón del cuerpo de Emilio. Guillermo lo hace sentir deseado. Se funden en un solo cuerpo y Emilio se rompe de placer
Guillermo y Emilio han hecho el amor. Guillermo quiere dormir pero Emilio está perdiendo la vergüenza y acaricia una y otra vez ese cuerpo que le enloquece.
--descansa --él muy fraternal.
--no puedo… no tengo sueño --Emilio ansioso.
--pero yo estoy reventado, deja que descanse un poco.
--es que te amo. Eres tan guapo y eres mi marido.
Guillermo sonríe medio dormido. Emilio va recorriendo con sus labios el rostro de él. Está fascinado. Vive un sueño constante. Lo mira muy enamorado:
--tu seducción que mata y ternura me derrite.
Guillermo abre los ojos:
--gracias por quererme tanto pero me gustaría descansar.
Emilio lo acaricia y lo admira con amor y devoción.
--eres mi marido, mi marido, estaremos siempre juntos.
--bueno, siempre es mucho --dice con los ojos cerrados.
--pero me refiero que vamos a vivir juntos.
--si eso sí, claro.
Y Emilio lo besa y apoya su cabeza sobre el pecho de él:
--eres mi vida, mi vida.
Emilio besa el pecho de él y no ve la angustia de este:
--en que lío me he metido--dice Guillermo para sí.
Emilio está muy ansioso. No se cansa de admirar el cuerpo desnudo de él. Le parece mentira que su sueño se haya hecho realidad. Guillermo tiene una gran angustia en su alma. Aunque la felicidad de Emilio lo emociona le angustia su mentira y aunque se esfuerza por mostrarse feliz tiene ganas de estar a solas.
--¿porque no te duermes? --le dice Guillermo con dulzura.
Emilio lo mira feliz. Llora
--¿que te pasa? --le pregunta Guillermo preocupado.
--Es que es tan grande que tú estés a mi lado, que te preocupes de mí. Es que ni en mis mejores sueños pensé que pudiera ser tan feliz.
Guillermo besa con ternura al rarito:
--eres mi marido. Es lógico que me preocupe por ti.
--Emilio Spencer, es que no me lo puedo creer. --dice Emilio muy feliz entre sus brazos.
La tierna sonrisa de Guillermo enamora cada vez más a al rarito que siente que se va a morir de tanta felicidad.
--hemos vividos momentos de mucha intensidad, ya duérmete --muy protector y fraternal.
--es que no tengo sueño --Emilio.
Guillermo lo estrecha contra su pecho:
--duérmete aquí junto a mí.
Emilio vibra al sentir ese cuerpo desnudo que le gusta tanto, esa dulce mirada del inglés sobre la suya:
--dormir contigo, despertar contigo... es la mayor dicha de mi vida.
--pues duerme ya.
Guillermo le habla con una voz cálida mientras que lo acaricia con suavidad.
--no sé si pueda dormir, me siento tan feliz. Además tengo miedo de despertar y que tú no estés a mi lado, que todo haya sido un sueño.
Guillermo sonríe de nuevo y Emilio se derrite:
--me encanta como sonries.
Guillermo lo besa en los labios con ternura:
--creí que ya te habías acostumbrado a que soy tu marido. Estaré a tu lado cuando despiertes y todas las mañanas y toda las noches.
Muy aferrado a él entre sus brazos lo besa dónde le cae (en un brazo ya que Guillermo lo tiene rodeado con sus brazos) y muy enamorado dice:
--toda la vida, toda una vida juntos.
Emilio no le ve el rostro y Guillermo traga saliva, lo de toda la vida le parece una condena. Emilio sigue hablando ignorando la angustia de su guapísimo esposo.
--nunca me acostumbraré a que seas mi marido porque siempre pensé que la felicidad no se hizo para mí, he estado tan solo siempre.
--espero poder corresponder a tanto amor, espero hacerte lo feliz que te mereces --Guillermo muy dulce.
--ya lo has hecho, mi amor... ya lo has hecho.
Y poco a poco con la voz de su amado como canción de cuna, Emilio se va quedando dormido en sus brazos.
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